DOCUMENTOS
C. Contactos sexuales
1. Las declaraciones del Presidente
a)Testimonio Jones
Durante su declaración en el caso Jones el 17 de enero de 1998, el presidente negó haber tenido «una aventura sexual», «relaciones sexuales», o una «relación de contenido sexual» con la señorita Lewinsky. Dijo que «No hay cortinas en el Despacho Oval, no hay cortinas en mi despacho privado, no hay cortinas ni persianas que se echen y tapen las ventanas de mi comedor privado», y añadió: «He hecho todo lo posible para evitar la clase de preguntas que me están haciendo hoy…»
Durante la declaración, el abogado del presidente, Robert Bennett, intentó limitar las preguntas sobre la señorita Lewinsky. El señor Bennett dijo a la juez Susan Webber Wright que la señorita Lewinsky había realizado «una declaración jurada en posesión de la cual están [los abogados de la señorita Jones], diciendo que no tuvo relaciones sexuales de ninguna clase ni de ninguna manera, modo o forma con el presidente Clinton». En un coloquio posterior con la juez Wright, el señor Bennett declaró que, como consecuencia de la «preparación del [presidente Clinton] para esta declaración, el testigo es plenamente consciente de la declaración jurada de la señorita Lewinsky». El presidente no contradijo la afirmación de su representante legal cuando dijo que el presidente y la señorita Lewinsky no habían tenido «absolutamente ninguna relación sexual de ninguna clase ni de ninguna manera, modo o forma», ni contradijo la implicación de que la declaración jurada de la señorita Lewinsky, al negar «una relación sexual», quería decir que no habían tenido «absolutamente ninguna relación sexual de ninguna clase ni de ninguna manera, modo o forma». Cuando posteriormente le interrogó su abogado, el presidente Clinton declaró bajo juramento que la declaración jurada de la señorita Lewinsky era «absolutamente cierta».
b) Testimonio del jurado de acusación
Cuando declaró ante el jurado de acusación, el 17 de agosto de 1998, siete meses después de su declaración en el caso Jones, el presidente reconoció haber tenido «contactos íntimos inapropiados» con la señorita Lewinsky, pero sostuvo que su declaración de enero había sido exacta. Según relató, «lo que empezó como una amistad [con la señorita Lewinsky] llegó hasta esta conducta». Dijo que recordaba «haberla conocido, o haber tenido mi primera conversación de verdad con ella durante el cierre del gobierno en noviembre de 1995». Según el presidente, los contactos inapropiados tuvieron lugar más tarde (una vez que había terminado el trabajo en prácticas de la señorita Lewinsky), «a principios de 1996 y una vez a principios de 1997».
El presidente se negó a responder preguntas sobre la naturaleza exacta de sus contactos íntimos con la señorita Lewinsky, pero explicó sus negaciones anteriores. En relación con su negación en la declaración Jones de que él y la señorita Lewinsky habían mantenido una «relación de contenido sexual», el presidente sostuvo que no podía haber relación de contenido sexual sin penetración, independientemente de qué otras actividades sexuales pudieran haber tenido lugar. Afirmó que «la mayoría de los norteamericanos de a pie» harían esta distinción.
El presidente también sostuvo que ninguno de sus contactos sexuales con la señorita Lewinsky constituían «relaciones sexuales» dentro de la definición específica utilizada en la declaración del caso Jones. Según dicha definición: Una persona tiene «relaciones sexuales» cuando la persona conscientemente tiene o provoca contacto con los genitales, el ano, la ingle, el pecho, la parte interior de los muslos, o con las nalgas de cualquier persona con intención de despertar o de satisfacer los deseos sexuales de cualquier persona… «Contacto» quiere decir tocar intencionadamente, directamente o a través de la ropa.
De acuerdo con lo que el presidente entendía, según declaró, esta definición «engloba el contacto realizado por la persona sobre la que se atestigua en las zonas enumeradas, siempre que el contacto se haga con intención de despertar o de dar placer», pero no engloba el sexo oral con la persona sobre la que se atestigua. Declaró: «Si el declarante es la persona a la que se le ha practicado el sexo oral, entonces el contacto no se realiza con nada que esté en esa lista, sino con los labios de otra persona. Parece evidente que esto es así… Permítame recordárselo, señor, lo interpreto con meticulosidad.»
Desde el punto de vista del presidente, «cualquier persona, cualquier persona razonable» admitiría que el sexo oral realizado al declarante está fuera de la definición. Si la señorita Lewinsky practicó sexo oral al presidente, entonces —según esta interpretación— ella tuvo relaciones sexuales, pero él no. El presidente se negó a responder si, de hecho, la señorita Lewinsky le había practicado el sexo oral. Declaró que el contacto directo con los pechos o con los genitales de la señorita Lewinsky entrarían dentro de la definición, y negó haber tenido tales contactos.
c) Relato de la señorita Lewinsky
En su testimonio ante el jurado de acusación, el presidente se basó en gran medida en una interpretación particular de «relaciones sexuales» tal como se definían en la declaración del caso Jones. Además de insistir en que su conducta no entraba dentro de la definición hecha en el caso Jones, se negó a responder preguntas sobre la naturaleza de sus contactos físicos con la señorita Lewinsky, obligando por consiguiente al jurado de acusación a tener que aceptar su conclusión sin poder estudiar los hechos subyacentes. Esta estrategia —un intento evidente de explicar posibles restos de semen del presidente en la ropa de la señorita Lewinsky sin socavar su postura de que no mintió en la declaración en el caso Jones— evidencia que esta Referencia es una prueba de una naturaleza explícita que de otro modo se había omitido.
A la luz del testimonio del presidente, las declaraciones de la señorita Lewinsky sobre sus encuentros sexuales son indispensables por dos motivos. En primer lugar, el detalle y la coherencia de estas declaraciones tienden a reforzar la credibilidad de la señorita Lewinsky. En segundo lugar, y de forma especialmente importante, la señorita Lewinsky contradice al presidente en una cuestión clave. Según la señorita Lewinsky, el presidente le tocó los senos y los genitales, lo cual implica que su conducta entraba dentro de la definición del caso Jones de relaciones sexuales incluso bajo esta teoría. En lo que se refiere a estos asuntos, no se pueden presentar pruebas de perjurio por parte del presidente sin descripciones específicas, explícitas y posiblemente ofensivas de los encuentros sexuales.
Según la señorita Lewinsky, ella y el presidente tuvieron diez encuentros sexuales, ocho mientras ella trabajaba en la Casa Blanca y dos después. Los encuentros sexuales tenían lugar por lo general en o cerca del estudio privado situado junto al Despacho Oval, la mayoría de las veces en el vestíbulo sin ventanas que hay fuera del estudio. Durante muchos de sus encuentros sexuales, el presidente estaba en pie, apoyado en la puerta del cuarto de baño que hay al otro lado del estudio, lo que, según dijo a la señorita Lewinsky, le aliviaba el dolor de espalda.
La señorita Lewinsky declaró que su relación física con el presidente incluyó el sexo oral, pero no la penetración sexual. Según la señorita Lewinsky, ella practicó el sexo oral al presidente, pero él nunca lo practicó con ella. Al principio, según la señorita Lewinsky, el presidente no le dejaba llegar hasta el final cuando le practicaba el sexo oral. La señorita Lewinsky creía que su negativa tenía que ver con «la confianza y con que no me conocía lo suficientemente bien». En sus dos últimos encuentros señales, ambos en 1997, sí eyaculó.
Según la señorita Lewinsky, practicó sexo oral al presidente en nueve ocasiones. En todas y cada una de estas nueve ocasiones, el presidente acarició y besó sus senos desnudos. Le tocó los genitales, tanto a través de su ropa interior como directamente, haciéndola llegar al orgasmo en dos ocasiones. En una ocasión, el presidente le introdujo un puro por la vagina. En otra ocasión, ella y el presidente tuvieron un breve contacto genital.
Considerando que el presidente testificó que «lo que empezó como una amistad llegó a incluir [contactos íntimos]», la señorita Lewinsky explicó que la relación recorrió el camino inverso: «Los aspectos emocionales y de amistad… se desarrollaron después del comienzo de nuestra relación sexual».
D. Afecto emocional
Conforme la relación se fue desarrollando, la señorita Lewinsky se sentía cada vez más unida emocionalmente al presidente Clinton. Declaró: «Nunca pensé que me enamoraría del Presidente. Me sorprendió que sí me enamorase». La señorita Lewinsky le contó sus sentimientos. A veces, creía que él también estaba enamorado de ella. Sentían afecto físico: «Muchos abrazos, a veces nos dábamos la mano. Solía apartarme el pelo de la cara». Ella le llamaba «guapo», a veces él la llamaba «cariño», «nena», o en algunas ocasiones «querida». Le dijo que le gustaba hablar con ella; ella recordó que le dijo que los dos eran «sensibles y estaban llenos de fuego», y que ella le hacía sentirse joven. Le dijo que le gustaría poder pasar más tiempo con ella.
La señorita Lewinsky contó a personas de su confianza las bases emocionales de la relación a medida que ésta fue evolucionando. Según su madre, Marcia Lewis, el presidente le dijo en una ocasión a la señorita Lewinsky que «ella se había sentido herida o algo así por hombres diferentes y que él sería su amigo o que le ayudaría, que no le haría daño». Según una amiga de la señorita Lewinsky, Neysa Erbland, el presidente Clinton confesó en una ocasión a la señorita Lewinsky que no estaba seguro de si seguiría casado cuando dejara la Casa Blanca. Vino a decir: «¿Quién sabe lo que pasará dentro de cuatro años, cuando ya no esté en el cargo?» La señorita Lewinsky pensó, según la señorita Erbland, que «quizá ella sería su esposa».
E. Conversaciones y mensajes telefónicos
La señorita Lewinsky declaró que a ella y al presidente «les gustaba hablar y estar juntos». Recordó: «Contábamos chistes. Hablábamos de nuestra infancia, de acontecimientos de la actualidad. Yo siempre le daba mis tontas ideas acerca de lo que pensaba que se debía hacer en la administración o puntos de vista diferentes sobre las cosas». Una de las amigas de la señorita Lewinsky declaró que, a su modo de entender, «[El presidente] le hablaba sobre su infancia y su adolescencia y [la señorita Lewinsky] le contaba historias sobre su infancia y su adolescencia. Me imagino que las conversaciones normales que se tienen cuando estás empezando a conocer a alguien».
Las conversaciones más largas a menudo tenían lugar después de sus contactos sexuales. La señorita Lewinsky declaró: «Cuando yo trabajaba allí [en la Casa Blanca]… empezábamos en la parte de atrás [en o cerca del estudio privado] y hablábamos, era allí donde teníamos una intimidad física, y normalmente acabábamos, me imagino que como si estuviéramos compartiendo la misma almohada,… sentados en el Despacho Oval». Durante las varias reuniones en las que no tuvieron intimidad sexual, hablaban en el Despacho Oval o en la zona del estudio.
Según la señorita Lewinsky, además de las reuniones cara a cara, habló por teléfono con el presidente aproximadamente 50 veces, a menudo después de las diez de la noche y a veces bien entrada la madrugada. El presidente hacía personalmente las llamadas o, en horario de trabajo, le encargaba a su secretaria, Betty Currie, que lo hiciera; la señorita Lewinsky no podía llamarle por teléfono directamente, pero a veces consiguió hablar con él a través de la señora Currie. La señorita Lewinsky declaró: «Nos pasábamos horas hablando por teléfono». Sus conversaciones telefónicas eran «parecidas a las que teníamos en persona, sólo sobre cómo estábamos. Hablábamos mucho de mi trabajo cuando yo estaba intentando volver a la Casa Blanca y, luego, cuando decidí irme a Nueva York… Hablábamos de todo lo que pasa bajo el sol». De 10 a 15 ocasiones, ella y el presidente tuvieron conversaciones telefónicas eróticas. Después de mantener una conversación erótica por teléfono una noche, bastante tarde, el presidente se durmió en medio de la conversación.
En cuatro ocasiones, el presidente dejó mensajes muy breves en el contestador de la señorita Lewinsky, aunque le dijo que no le gustaba hacerlo porque (según recordaba ella ) «le parecía un poco inseguro». Ella guardó los mensajes e hizo oír las cintas a varias personas de su confianza, que dijeron que creían que se trataba de la voz del presidente».
Tanto por teléfono como en persona, según la señorita Lewinsky, ella y el presidente tuvieron algunas discusiones. En 1997, en varias ocasiones, ella se quejó de que él no la había sacado del Pentágono para que volviera a trabajar en la Casa Blanca, tal como le había prometido que haría después de las elecciones. En una reunión cara a cara, el 4 de julio de 1997, el presidente la regañó por una carta que ella le había enviado amenazándole de forma indirecta con revelar su relación. Durante una discusión que tuvieron el 6 de diciembre de 1997, según la señorita Lewinsky, el presidente dijo que «nadie le había tratado tan mal como yo le trataba», y añadió que «pasaba más tiempo conmigo que con nadie del mundo, aparte de su familia, sus amigos y sus colaboradores, con lo que no sé exactamente en qué categoría me ponía a mí».
Cuando testificó ante el jurado de acusación, el presidente confirmó que él y la señorita Lewinsky habían mantenido conversaciones personales y reconoció que sus conversaciones telefónicas a veces incluían «bromas sexuales inapropiadas». El presidente dijo que la señorita Lewinsky le había contado cosas sobre «su vida personal», «su educación» y «sus ambiciones laborales». Después de poner fin a su relación íntima, en 1997, dijo que intentó «ser amigo de la señorita Lewinsky, ser un consejero para ella, darle buenos consejos y ayudarla».
F. Regalos
La señorita Lewinsky y el presidente intercambiaron numerosos regalos. Según los cálculos de la primera, ella le dio cerca de 30 objetos, y el le dio unos 18. El primer regalo que le dio la señorita Lewinsky fue un poema enmarcado presentado por ella y otros becarios de la Casa Blanca para celebrar el «Día Nacional del Jefe», el 24 de octubre de 1995. Éste fue el único objeto reflejado en el registro de la Casa Blanca que la señorita Lewinsky dio al presidente antes de que comenzara su relación sexual (según su relato), y el único objeto que él envió al registro en lugar de guardarlo. El 20 de noviembre —cinco días antes de que comenzara la relación íntima, según la señorita Lewinsky— le dio una corbata, que él decidió guardar en lugar de enviarla a los archivos. Según la señorita Lewinsky, el presidente le telefoneó la noche en que ella le dio la corbata, y luego le envió una foto suya con ella puesta. La corbata quedó registrada conforme al procedimiento seguido en la Casa Blanca para los regalos que se hacen al presidente. (…)
La señorita Lewinsky interpretó como una señal de afecto el que el presidente se pusiera una corbata o cualquier otra prenda que ella le hubiese regalado. (La señorita Lewinsky) declaró: «Solía decirle que «me gusta que te pongas mis corbatas porque sé que estoy cerca de tu corazón’. Así que, literal y figurativamente hablando». El presidente era consciente de la reacción de ella, según la señorita Lewinsky, y a veces se ponía una de las prendas para que ella se sintiera segura, de vez en cuando el día en que estaba previsto que se reunieran o el día después de que se hubieran visto en persona o hablado por teléfono. El presidente le decía a veces: «¿Viste que llevaba puesta tu corbata el otro día?». (…)
G. Mensajes
Según la señorita Lewinsky, envió al presidente varias tarjetas y cartas. En algunas, expresaba su enfado porque «no le prestaba suficiente atención»; en otras, le decía que le echaba de menos; y en otras, se limitaba a enviarle «una tarjeta divertida que había visto». A principios de enero de 1998, le envió, además de un libro antiguo sobre presidentes norteamericanos, «una nota vergonzosa nota sentimentaloide». Declaró que el presidente nunca le envió ninguna tarjeta ni notas aparte de cartas de agradecimiento formales.
El presidente, durante su testimonio ante el jurado de acusación, reconoció que había recibido cartas y notas de la señorita Lewinsky que eran «algo íntimas» y «bastante cariñosas», incluso después de que concluyera la relación íntima.
H. Secreto
1. Entendimiento mutuo
Tanto la señorita Lewinsky como el presidente declararon que tomaron medidas para mantener en secreto su relación. Según la señorita Lewinsky, el presidente resaltó desde el principio la importancia de mantener en secreto la relación. En la declaración escrita presentada a esta Oficina, la señorita Lewinsky escribió que «el presidente dijo a la señorita Lewinsky que negara que mantenían una relación en el caso de que le preguntaran alguna vez sobre ello. También dijo algo respecto a que si las dos personas que están implicadas dicen que no pasó, no pasó». Según la señorita Lewinsky, el presidente le preguntaba algunas veces si le había contado a alguien su relación sexual o si había dicho algo de los regalos que habían intercambiado; ella le tranquilizaba (falsamente) y le decía que no. Ella le decía que «siempre lo negaría, siempre le protegería» y el respondía aprobatoriamente. Entre los dos había, en palabras de ella, «un entendimiento mutuo» de que «lo mantendrían en secreto, así que eso significaba negarlo y… tomar las medidas apropiadas que hubiera que tomar». Cuando ella y el presidente recibieron una citación para declarar como testigos en el caso Jones, la señorita Lewinsky le anticipó que «como habíamos hecho en todas las demás ocasiones y en todos los demás momentos de esta relación, lo negaríamos».
En su testimonio ante el jurado de acusación, el presidente confirmó sus esfuerzos para mantener sus relaciones en secreto (…)
2. Pretextos
Según la señorita Lewinsky, para sus visitas al presidente, «Siempre había alguna especie de tapadera». Cuando visitaba al presidente mientras trabajaba en la Casa Blanca, por lo general planeaba decir a cualquiera que preguntara (incluidos los oficiales y agentes del Servicio Secreto) que iba a entregar documentos al presidente. La señorita Lewinsky explicó que este artificio pudo tener su origen en que «Entraba allí como diciendo, ‘Oh, vaya, aquí tiene sus cartas’, guiño, guiño, guiño, y el respondía, ‘Vale, qué bien». Para respaldar sus embustes, por lo general llevaba una carpeta cuando hacía esas visitas. (Lo cierto es que, según la señorita Lewinsky, su trabajo nunca requería que llevara documentos al presidente.) En unas cuantas ocasiones mientras trabajó en la Casa Blanca, la señorita Lewisnky y el presidente planearon encontrarse como por casualidad en el vestíbulo; él la invitaba entonces a que le acompañara hasta el Despacho Oval. Más tarde, cuando ella dejó la Casa Blanca y empezó a trabajar en el Pentágono, la señorita Lewinsky dependía de la señorita Currie para que encontrara momentos en los que pudiera verse con el presidente. El pretexto para esas visitas era que la señorita Lewinsky iba a ver a la señorita Currie, no al presidente.
Aunque el presidente no le dio instrucciones expresas de que mintiera, según la señorita Lewinsky, sí le sugirió algún pretexto engañoso. Y cuando ella le tranquilizaba diciéndole que tenía intención de mentir acerca de la relación, él respondía aprobatoriamente. En las frecuentes ocasiones en que la señorita Lewinsky prometía que «siempre negaría» la relación y «siempre le protegería», el presidente respondía, por ejemplo, según recuerda ella, «Eso está bien», o algo afirmativo… pero no «No lo niegues» (…)
En su testimonio ante el jurado de acusación, el presidente reconoció que era posible que él y la señorita Lewinsky «hubieran hablado de qué hacer en un contexto no legal» para ocultar su relación, y que «era muy posible que hubiera dicho» que la señorita Lewisnky debía decir a la gente que iba a llevarle cartas o a visitar a la señorita Currie. Pero también afirmó: «Nunca le pedí a la señorita Lewinsky que mintiera».
3. Medidas para evitar ser vistos u oídos
Después de los dos primeros encuentros sexuales que mantuvieron durante el cierre del gobierno en 1995, según la señorita Lewinsky, sus encuentros con el presidente por lo general se producían durante los fines de semana, cuando había menos gente en el Ala Oeste.
La señorita Lewinsky declaró:
«Me había dicho que solía estar los fines de semana y que estaba bien que fuera a verle durante los fines de semana. Así que solía llamarme y planeábamos o bien encontrarnos como por casualidad en el vestíbulo o que le llevara documentos a la oficina (…)»
Debido a la preocupación por que pudieran ser vistos, los encuentros sexuales tenían lugar la mayoría de las veces en el vestíbulo sin ventanas situado fuera del estudio. Según la señorita Lewinsky, al presidente le preocupaba que pudieran verle a través de una ventana de la Casa Blanca. Cuando estaban en el estudio juntos por las noches, él apagaba a veces las luces. Una vez, cuando ella vio desde la ventana del estudio a un jardinero que estaba fuera, abandonaron la sala. La señorita Lewinsky declaró que, el 28 de diciembre de 1997, «cuando me estaba dando mi beso de Navidad» en la puerta del estudio, el presidente estaba «mirando por la ventana con los ojos completamente abiertos mientras me besaba y yo me enfadé porque no era muy romántico». Él respondió: «Sólo estaba mirando para asegurarme de que no había nadie ahí fuera».
El miedo a ser descubiertos limitaba sus encuentros sexuales en varios sentidos, según la señorita Lewinsky. El presidente por lo general mantenía la puerta que separa el vestíbulo privado y el Despacho oval entreabierta varios centímetros durante sus encuentros, tanto para poder oír si alguien se aproximaba como para que si alguien en efecto se aproximaba hubiera menos probabilidades de que sospechara que ocurría algo impropio. Durante sus encuentros sexuales, según declaró la señorita Lewinsky: «Los dos éramos conscientes del volumen y a veces… me mordía la mano para no hacer ningún ruido». En una ocasión, según la señorita Lewinsky, el presidente le tapó la boca con la mano durante un encuentro sexual para que no dijera nada. Según la señorita Lewinsky, ninguno de los dos se desvestía nunca del todo, por miedo a que pudieran ser interrumpidos repentinamente.
A la vez que señaló que «la puerta que daba al vestíbulo estaba siempre algo abierta», el presidente declaró que procuró en efecto mantener la relación íntima en secreto: «Hice lo que hace la gente cuando hace algo que no debe. Intentaba hacerlo cuando nadie miraba» (…)
II. 1995: Primeros encuentros sexuales
Monica Lewinsky empezó a trabajar en la Casa Blanca como becaria en la oficina del jefe de personal de la Casa Blanca en julio de 1995. En los meses siguientes, en el transcurso de diversos actos que tuvieron lugar en la Casa Blanca, estableció contacto visual con el presidente. Durante el cierre del gobierno en 1995, el presidente la invitó a su estudio privado, donde se besaron. Más tarde aquella noche, tuvieron un encuentro sexual más íntimo. Dos días más tarde tuvieron otro encuentro sexual y un tercero en Nochevieja (…)
A. Resumen del trabajo de Monica Lewinsky
en la Casa Blanca
Monica Lewinsky trabajó en la Casa Blanca, primero como becaria y luego como empleada, desde julio de 1995 hasta abril de 1966. Con la ayuda de una amigo de la familia, Walter Kaye, un destacado contribuyente a las causas políticas, obtuvo un trabajo en prácticas que empezó a principios de julio, cuando tenía 21 años. Le fue asignada la correspondencia en la oficina del jefe de personal de la Casa Blanca, Leon Panetta, en el Viejo Edificio del Despacho Ejecutivo.
Cuando su trabajo en prácticas estaba a punto de terminar, la señorita Lewinsky solicitó un trabajo remunerado como empleada de la Casa Blanca. Mantuvo una entrevista con Timothy Keating, asesor especial del presidente y director de personal para Asuntos Legales. La señorita Lewinsky aceptó un puesto relacionado con la correspondencia en la oficina de Asuntos Legales el 13 de noviembre de 1995, pero no empezó a trabajar (y, por consiguiente, siguió trabajando en prácticas) hasta el 26 de noviembre. Siguió como empleada de la Casa Blanca hasta abril de 1996, cuando —en su opinión, debido a su relación íntima con el presidente— fue despedida de la Casa Blanca y trasladada al Pentágono (…)
C. Noviembre 15. encuentro sexual
La señorita Lewinsky testificó que el miércoles 15 de noviembre de 1995 —el segundo día del cierre del gobierno— marcó el principio de su relación sexual con el presidente (…)
Según la señorita Lewinsky, ella y el presidente cruzaron sus miradas cuando él se dirigió al Ala Oeste a ver al señor Panetta y al jefe adjunto de personal, Harold Ickes, y se vieron de nuevo posteriormente en la fiesta informal de cumpleaños de Jennifer Palmieri, asesora especial del jefe de personal. En un determinado momento, la señorita Lewinsky y el presidente hablaron a solas en el despacho del jefe de personal. Mientras flirteaba con él, ella se levantó la chaqueta por detrás, enseñándole las tiras de su liguero, que llegaban más arriba de sus pantalones.
Hacia las ocho de la tarde, cuando se dirigía al cuarto de baño, pasó por delante del despacho de George Stephanopoulos. El presidente se encontraba dentro a solas, y le hizo señas de que entrara. Ella le dijo que estaba loca perdida por él. El se rió y le preguntó si le gustaría ver su despacho privado. A través de una puerta que comunicaba el despacho del señor Stephanopoulos con el salón comedor privado del presidente, cruzaron éste para dirigirse al estudio que daba al Despacho Oval. La señorita Lewinsky testificó: «Hablamos un poco y reconocimos de alguna manera que se había dado una química y que nos sentíamos atraídos el uno por el otro, y a continuación me preguntó si podía besarme». La señorita Lewinsky dijo que sí. En el vestíbulo adyacente al estudio, en el que no hay ventanas, se besaron. Antes de volver a su mesa de trabajo, la señorita Lewinsky le apuntó al presidente su nombre y número de teléfono.
Aproximadamente a las diez de la noche, según recuerda la señorita Lewinsky, se encontraba sola en el despacho del jefe de personal, y el presidente se acercó hasta allí. La invitó a mantener otro encuentro en unos minutos en el despacho del señor Stephanopoulos, a lo que ella accedió. (A la pregunta de si sabía por qué el presidente quería verla, la señorita Lewinsky contestó: «Tenía una ligera idea». Se reunieron en el despacho del señor Stephanopoulos y se dirigieron de nuevo a la zona del estudio privado. En esa ocasión, las luces del estudio estaban apagadas.
Según la señorita Lewinsky, ella y el presidente se besaron. Ella se desabotonó la chaqueta, y o bien ella se desabrochó el sujetador o él se lo subió; entonces él le tocó los senos con las manos y la boca. La señorita Lewinsky declaró: «Creo que contestó a una llamada telefónica… y entonces pasamos del vestíbulo al despacho de atrás… Él me metió la mano por los pantalones y me estimuló manualmente la zona genital». Mientras que el presidente continuaba hablando por teléfono (la señorita Lewinsky entendió que la llamada era de un miembro del congreso o de un senador), ella le practicó el sexo oral. Él finalizó su llamada, y a los pocos momentos, le dijo a la señorita Lewinsky que parara. Según recuerda: «Le dije que quería acabar. Y él dijo… que necesitaba esperar hasta que confiara más en mí. Entonces creo que hizo un chiste… que no había hecho eso en mucho tiempo».
Antes y después de haber tenido ese contacto sexual durante aquel encuentro, la señorita Lewinsky y el presidente estuvieron hablando. En algún momento de esa conversación, el presidente tiró del pase rosa para becarios que colgaba del cuello de la señorita Lewinsky y dijo que eso podía ser un problema. La señorita Lewinsky creyó que se refería a un problema de acceso —se supone que los becarios no deben estar en el Ala Oeste sin alguien que les escolte—, y que además, él podía estar considerando que era un tanto «impropio» tener una relación sexual con una becaria de la Casa Blanca (…)
D. Encuentro sexual del 17 de noviembre
Según la señorita Lewinsky, ella y el presidente tuvieron un segundo encuentro sexual dos días más tarde (todavía durante el cierre del gobierno), el viernes 17 de noviembre (…)
La señorita Lewinsky testificó: «Nos quedamos de nuevo trabajando hasta tarde, porque fue durante el cierre, y Jennifer Palmieri… había encargado una pizza junto con las señoritas Currie y Hernreich. Cuando llegó la pizza, bajé para avisarlas de que ya estaba, y fue entonces, al entrar en el despacho de la señorita Currie, cuando vi que el presidente estaba allí de pie, conversando con más gente sobre algo.»
Todos volvieron al despacho y el señor —creo que fue el señor Toiv—, bueno, alguien, tiró sin querer un trozo de pizza sobre mi chaqueta, así que fui al cuarto de baño para limpiar la mancha, y cuando salía del baño, el presidente estaba en la puerta de la señorita Currie y dijo: «Puedes salir por aquí».
La señorita Lewinsky y el presidente se dirigieron hacia el área del estudio privado, según ella. Una vez allí, bien en el vestíbulo, bien en el cuarto de baño, ella y el presidente se besaron. Después de unos minutos, según recuerda la señorita Lewinsky, ella le dijo que tenía que regresar a su mesa. El presidente le sugirió que le trajera unos cuantos trozos de pizza. Unos minutos más tarde, ella volvió a la zona del Despacho Oval con la pizza y le dijo a la señora Currie que el presidente se la había pedido. La señorita Lewinsky declaró: «[La señora Currie] abrió la puerta y dijo, ‘Señor, aquí está la chica con la pizza’ (…).
La señorita Lewinsky testificó que ella y el presidente tuvieron un encuentro sexual durante esa visita. Se besaron, y el presidente tocó los senos desnudos de la señorita Lewinsky con las manos y la boca. En determinado momento, la señora Currie se acercó a la puerta que da al vestíbulo, que estaba entreabierta, y dijo que el presidente tenía una llamada. La señorita Lewinsky recordaba que el que llamó era un miembro del Congreso con un apodo. Según la señorita Lewinsky, cuando el presidente estaba hablando por teléfono, «se desabrochó los pantalones, mostrando sus genitales», y ella le practicó sexo oral. Una vez más, él le hizo parar antes de eyacular.
Según la señorita Lewinsky, durante esa visita, el presidente le dijo que le gustaban su sonrisa y su energía. También dijo: «Acostumbro a estar por aquí los fines de semana, y no suele haber nadie más, así que puedes venir a verme» (…)
En su declaración en el caso Jones el 17 de enero de 1998, el presidente Clinton —que dijo ser incapaz de recordar muchos de sus encuentros con la señorita Lewinsky— sí se acordaba de que ella «había vuelto con una pizza» durante el cierre del gobierno. Dijo, sin embargo, que no creía que los dos hubiesen estado a solas. Al testificar ante el jurado de acusación el 17 de agosto de 1998, el presidente dijo que su primera «conversación de verdad» con la señorita Lewinsky tuvo lugar durante el cierre de noviembre de 1995. Declaró: «Una noche me trajo un poco de pizza e intercambiamos algunos comentarios».
E. Encuentro sexual del 31 de diciembre
Según la señorita Lewinsky, ella y el presidente tuvieron su tercer encuentro sexual la noche de fin de año (…)
En algún momento entre las doce y la una de la madrugada, según recuerda la señorita Lewinsky, ella se encontraba en la zona de la cocina del comedor privado del presidente, hablando con un camarero de la Casa Blanca, Bayani Nelvis. Le dijo al señor Nelvis que se había fumado hacía poco su primer puro, y él se ofreció a darle uno de los cigarros del presidente. Justo entonces, el presidente venía por el vestíbulo desde el Despacho Oval y vio a la señorita Lewinsky. El presidente envió al señor Nelvis a que le entregara algo al señor Panetta.
Según la señorita Lewinsky, ella le dijo al presidente que el señor Nelvis le había prometido un puro, y el presidente le dio uno. Ella le dijo su nombre —le dio la impresión de que se le había olvidado en esas seis semanas desde sus encuentros durante el cierre, porque al pasar junto a ella en el vestíbulo, él la había llamado «Chiquilla»—. El presidente le contestó que sabía su nombre; de hecho, añadió, como había perdido el número de teléfono que le había dado, había tratado de buscarlo en la guía telefónica».
Según la señorita Lewinsky, se fueron al estudio. «Y entonces…, estábamos besándonos y me levantó el suéter, dejando mis senos al descubierto, y los acarició con las manos y la boca». Ella le practicó el sexo oral. De nuevo, él la hizo parar antes de eyacular ya que, como testificó la señorita Lewinsky, «no me conocía lo suficiente o todavía no confiaba en mí» (…)
III. Enero-Marzo de 1996: encuentros sexuales continuos
El presidente Clinton y la señorita Lewinsky tuvieron más encuentros sexuales cerca del Despacho Oval en 1996. Después de su sexto encuentro sexual, el presidente y la señorita Lewinsky mantuvieron su primera conversación larga. El 19 de febrero, en el día del Presidente, éste puso fin a su relación sexual, que reinició el 31 de marzo.
A. Encuentro sexual del 7 de enero
Según la señorita Lewinsky, ella y el presidente tuvieron otro encuentro sexual el domingo 7 de enero de 1996. A pesar de que en los registros de la Casa Blanca no figura que la señorita Lewinsky estuviera allí ese día, su testimonio y otras pruebas indican que sí lo estuvo. El presidente, según los registros de la Casa Blanca, pasó en el Despacho Oval gran parte de la tarde, desde las 14.13 horas hasta las 17.49 horas.
Según la señorita Lewinsky, el presidente la llamó por teléfono a primeras horas de la tarde. Era la primera vez que la llamaba a casa. Por lo que recuerda: «Le pregunté qué estaba haciendo y me contestó que pronto se iría al despacho. Yo le pregunté si quería compañía, y él dijo que eso sería fantástico». La señorita Lewinsky fue a su despacho y el presidente la llamó para concertar la cita.
Acordamos que… él dejaría abierta la puerta de su despacho, y que yo pasaría por delante llevando unos papeles y que entonces… me medio pararía e invitaría a entrar. Eso fue exactamente lo que pasó. Pasé por delante y entonces fue cuando vi a Lew Fox [oficial de paisano del Servicio Secreto], que estaba de servicio fuera del Despacho Oval, y entonces me paré a hablar con Lew unos minutos, y el presidente salió y dijo, vaya, Mónica… pasa… Así que estuvimos hablando durante unos 10 minutos en el Despacho [Oval]. Nos sentamos en el sofá y después fuimos al estudio de atrás y tuvimos relaciones íntimas en el baño.
La señorita Lewinsky declaró que durante su encuentro en el baño, ella y el presidente se besaron. Según la señorita Lewinsky, el presidente «habló de practicarle el sexo oral». Pero ella le detuvo porque tenía el período, así que no lo hizo. La señorita Lewinsky sí le practicó el sexo oral a él.
Después, ella y el presidente se trasladaron al Despacho Oval, donde estuvieron hablando. Según la señorita Lewinsky: «Él estaba mascando un puro. Y luego, tenía el cigarro en la mano y lo miraba de una manera un poco… picarona. Así que yo… miré el cigarro, le miré a él y le dije, también podemos hacer eso alguna vez» (…)
B. Encuentro sexual del 21 de enero
El domingo 21 de enero de 1996, según la señorita Lewinsky, ella y el presidente tuvieron otro encuentro sexual (…)
Según la señorita Lewinsky, ese día, vio al presidente en un vestíbulo junto a un ascensor, y él la invitó al Despacho Oval. Según la señorita Lewinsky:
Habíamos… mantenido una conversación erótica por teléfono por primera vez la semana anterior, y yo no estaba muy segura de si le había gustado o no… No sabía si esto se estaba convirtiendo en una especie de relación más a largo plazo de lo que yo había pensado en un principio, si tenía una novia habitual que estuviera de permiso…
Según la señorita Lewinsky, le preguntó al presidente acerca del interés que sentía por ella. «Le pregunté por qué no me hacía preguntas sobre mí, y si… se trataba sólo de sexo, o si tenía algún interés en llegar a conocerme como persona». El presidente se echó a reír y, según la señorita Lewinsky, le contestó que «apreciaba mucho los ratos que pasaba conmigo». A ella le pareció «un poco extraño» que él hablara de apreciar los ratos que pasaban juntos, «cuando yo pensaba que realmente ni siquiera me conocía todavía».
Siguieron hablando mientras andaban por el vestíbulo del estudio. Entonces, en mitad de una frase de la señorita Lewinsky, «empezó a besarme». Le levantó la blusa y le tocó los senos con las manos y la boca. Según la señorita Lewinsky, el presidente «se desabrochó los pantalones y dejó sus genitales más o menos al descubierto», y ella le practicó el sexo oral.
En un momento del encuentro, alguien entró en el Despacho Oval. Según lo que recuerda la señorita Lewinsky, «[El presidente] se subió rápidamente la bragueta y salió y volvió a entrar… Sólo me acuerdo de que me reí, porque había salido ahí fuera cuando estaba claramente excitado, y pensé que era divertido». Poco más tarde, el presidente se enteró de que su siguiente visita, un amigo de Arkansas, había llegado. Hizo salir a la señorita Lewinsky del Despacho Oval a través del despacho de la señora Hernreich, donde le dio un beso de despedida.
C. Encuentro sexual del 4 de febrero y subsiguientes
llamadas telefónicas
Según la señorita Lewinsky, el domingo 4 de febrero, ella y el presidente tuvieron su sexto encuentro sexual, y su primera conversación larga y personal. El presidente estuvo en el Despacho Oval desde las 15.36 horas hasta las 19.05 horas. No recibió ninguna llamada telefónica en el despacho antes de las 16.45 horas. En los registros no figura ninguna entrada o salida de la señorita Lewinsky. Según la señorita Lewinsky, el presidente la llamó a su mesa de trabajo y planearon su cita. A sugerencia de la señorita Lewinsky, se tropezarían en el vestíbulo, «porque cuando ocurría accidentalmente, parecía funcionar realmente bien», dirigiéndose a continuación a la zona del estudio privado.
Allí, siempre según la señorita Lewinsky, se besaron. Ella llevaba un vestido largo, abrochado desde el cuello hasta los tobillos. «Me desabotonó el vestido y me desabrochó el sujetador, deslizando el vestido por los hombros, y apartó el sujetador… Él me miraba y me tocaba y me decía lo guapa que era». Le tocó los pechos con las manos y la boca, y le tocó los genitales, primero a través de la ropa interior y luego directamente. Ella le practicó el sexo oral.
Después de su encuentro sexual, el presidente y la señorita Lewinsky se sentaron y estuvieron charlando en el Despacho Oval cerca de 45 minutos. La señorita Lewinsky pensó que quizá el presidente estuviera respondiendo a su sugerencia del encuentro anterior de «intentar llegar a conocerme». Fue durante esa conversación mantenida el 4 de febrero cuando, según la señorita Lewinsky, empezó a nacer la amistad entre los dos.
Según la señorita Lewinsky, cuando se disponía a marcharse, el presidente «me besó el brazo y me dijo que me llamaría, y entonces yo le dije, bien, vale, ¿cuál es mi número de teléfono? Y entonces recitó de memoria mi número de teléfono de casa y el de mi despacho». El presidente la llamó más tarde a su mesa y le comentó que había disfrutado de ese rato juntos.
D. Ruptura el Día del Presidente (19 de febrero)
Según la señorita Lewinsky, el presidente dio por concluida la relación (resultó que sólo temporalmente), el lunes 19 de febrero de 1996, Día del Presidente (…)
Según recuerda la señorita Lewinsky, aquel día el presidente la llamó por teléfono a su apartamento en el Watergate. Por su tono de voz, supo que algo iba mal. Le pidió permiso para ir a verle (…)
El presidente le dijo que ya no le parecía bien la relación íntima que mantenían, y que tenía que ponerle fin. La señorita Lewinsky podía seguir visitándole, pero sólo como una amiga. La abrazaría, pero no la besaría (…)
E. Continuación de los contactos
Según la señorita Lewinsky, tras la ruptura del 19 de febrero de 1996, «siguió habiendo cierto tipo de flirteo cuando se veían» (…)
F. Encuentro sexual del 31 de marzo
Según la señorita Lewinsky, el domingo 31 de marzo de 1996, ella y el presidente reanudaron sus contactos sexuales. Aquel día, la señorita Lewinsky estuvo en la Casa Blanca desde las 10.21 hasta las 16.47 horas. El presidente estuvo en el Despacho Oval desde las 15.00 hasta las 17.46 de la tarde. Su única llamada mientras estuvo en el Despacho Oval tuvo lugar entre las 15.06 y las 15.07 horas. La señora Clinton estaba en Irlanda.
Según la señorita Lewinsky, el presidente la llamó por teléfono a su oficina y le sugirió que viniera a la Casa Blanca con el pretexto de entregarle unos documentos. Fue al Despacho Oval y fue admitida por un agente del Servicio Secreto vestido de paisano. En la cartera llevaba un regalo para el presidente, una corbata de Hugo Boss.
En el vestíbulo del estudio, el presidente y la señorita Lewinsky se besaron. En esta ocasión, según la señorita Lewinsky, «se centró en mí casi exclusivamente», besándole los senos desnudos y acariciándole los genitales. En un momento dado, el presidente metió un puro en la vagina de la señorita Lewinsky, luego se llevó el puro a la boca y dijo: «Qué bien sabe». Una vez que hubieron acabado, la señorita Lewinsky salió del Despacho Oval y atravesó la Rosaleda.
IV. Abril de 1996: el traslado de la señorita Lewinsky al Pentágono
Al darse cuenta los empleados de la Casa Blanca y del Servicio Secreto de la frecuente presencia de la señorita Lewinsky en el Ala Oeste, un jefe adjunto de personal ordenó el traslado de la señorita Lewinsky de la Casa Blanca al Pentágono. El 7 de abril de Pascua— la señorita Lewinsky le contó al presidente su despido. Le prometió volver a traerla después de las elecciones, y tuvieron un encuentro sexual (…)
1. Conversaciones telefónicas en
Semana Santa y encuentro sexual
El 7 de abril de 1996, domingo de Pascua, la señorita Lewinsky contó al presidente su traslado y tuvieron un encuentro sexual (…)
Declaró que el presidente le tocó los senos con la boca y con las manos. Según la señorita Lewinsky: «Creo que se bajó la cremallera [de los pantalones]… porque teníamos una especie de broma acerca de que yo nunca era capaz de desabrocharle los pantalones, que me daba problemas». La señorita Lewinsky le practicó el sexo oral. El presidente no eyaculó en su presencia.
Durante este encuentro, alguien llamó desde el Despacho Oval diciendo que el presidente tenía una llamada. Volvió un momento al Despacho Oval, luego pasó la llamada al estudio. El presidente indicó a la señorita Lewinsky que practicara sexo oral con él mientras hablaba por teléfono, y ella lo hizo. La conversación telefónica trató de política, y la señorita Lewinsky pensó que la persona que llamaba podría ser Dick Morris. Los registros de la Casa Blanca confirman que el presidente recibió una llamada telefónica durante la visita de la señorita Lewinsky, «del señor Richard Morris», con el que habló desde las 17.11 hasta las 17.20 horas.
La señorita Lewinsky declaró: «Harold Ickes tiene una voz muy particular, y le oí gritar ‘Señor presidente’, y el presidente me miró a mí y yo a él, salió disparado hacia el Despacho Oval y me entró el pánico y… pensé que, como Harold tenía tanta relación con el presidente, quizá entrasen donde yo estaba dando el presidente por descontado que yo sabría que tenía que irme.»
La señorita Lewinsky declaró que salió apresuradamente por la puerta del comedor. Esa noche, el presidente llamó y preguntó a la señorita Lewinsky por qué había salido corriendo. «Le dije que no sabía si él iba a volver… Estaba un poco molesto porque me había marchado» (…)
VI. Principios de 1997: reanudación de los encuentros sexuales
En 1997, el presidente Clinton y la señorita Lewinsky volvieron a tener encuentros privados, ahora organizados por Betty Currie, secretaria del presidente. Después de la grabación del mensaje de radio semanal del presidente el 28 de febrero, el presidente y la señorita Lewinsky tuvieron un encuentro sexual. El 24 de marzo tuvieron el que resultó ser su último encuentro sexual. A lo largo de este período, la señorita Lewinsky siguió presionando para obtener un trabajo en la Casa Blanca, sin éxito (…)
B. Anuncio del Día de los Enamorados
El 14 de febrero de 1997, el Washington Post publicó una «nota de amor» para el Día de los Enamorados, colocada por la señorita Lewinsky. El anuncio decía:
Guapo
Con ligeras alas de amor
franqueé estos muros,
pues no hay cerca de piedra
capaz de atajar el amor;
y lo que el amor puede hacer,
aquello el amor se atreve a intentar
Romeo y Julieta
Feliz día de San Valentín (…)
D. Encuentro sexual del 28 de febrero
Según la señorita Lewinsky, ella y el presidente tuvieron un encuentro sexual el jueves, 28 de febrero, el primero en casi 11 meses. Los registros de la Casa Blanca demuestran que la señorita Lewinsky asistió a la grabación del discurso radiofónico semanal del presidente el 28 de febrero (…)
Según la señorita Lewinsky, en el estudio el presidente «empezó a decirme algo y le pedí con insistencia que me besara, porque… había pasado mucho tiempo desde la última vez que habíamos estado solos». El presidente le dijo que esperara un momento, porque tenía regalos para ella. Como regalos de Navidad con retraso, le dio un alfiler de sombrero y una edición especial de Las hojas sobre la hierba, de Walt Whitman.
La señorita Lewinsky describió el libro de Whitman como «el regalo más sentimental que me había hecho… Es precioso y significó mucho para mí». Según la señorita Lewinsky, durante esta visita el presidente le dijo que había visto su mensaje del Día de los Enamorados en el Washington Post y le contó lo mucho que le gustaba Romeo y Julieta.
La señorita Lewinsky declaró que, después de recibir los regalos del presidente, tuvieron un encuentro sexual: «Volvimos hacia el cuarto de baño del vestíbulo y nos besamos. Estuvimos besándonos, y él me desabotonó el vestido y me acarició los senos con el sujetador puesto, y luego me los sacó del sujetador y me los besó y tocó con las manos y la boca».
Y creo que luego le toqué en la zona de los genitales con los pantalones puestos, y creo que le desabroché la camisa y le besé el pecho. Y después… le quise practicar el sexo oral… y así lo hice. Y luego… creo que oyó algo o a alguien en el despacho. Así que entramos en el cuarto de baño.
Seguí practicándole el sexo oral y luego me apartó de un empujón, como solía hacer antes de eyacular, y luego me levanté y le dije… eres tan importante para mí;… no entiendo por qué no me dejas… que te haga eyacular; es importante para mí; me refiero a que no me parece que lo acabo, no me parece bien.
La señorita Lewinsky declaró que ella y el presidente se abrazaron y «dijo que no quería engancharse conmigo y que no quería que yo me enganchase con él». Se miraron por un momento. Entonces, diciendo: «No quiero decepcionarte,» el presidente accedió. Por primera vez, le practicó el sexo oral hasta el final.
Cuando la señorita Lewinsky volvió a coger del armario el vestido de Gap azul marino con intención de ponérselo, vio manchas a la altura de la cadera y en el pecho. Las pruebas de laboratorio realizadas por el FBI demostraron que las manchas eran de semen del presidente (…)
F. Encuentro sexual del 29 de marzo
Según la señorita Lewinsky, tuvo lo que resultó ser su último encuentro sexual con el presidente el sábado 29 de marzo de 1997 (…)
Según la señorita Lewinsky, su encuentro sexual empezó con un repentino beso. «Fue otra de esas ocasiones en que yo estaba balbuceando algo y él empezaba a besarme, como para hacerme callar, creo». El presidente le desabotonó la blusa y le tocó los senos, sin quitarle el sujetador. «Me metió la mano por los pantalones y yo me bajé la cremallera, porque era más fácil. Yo no llevaba bragas, así que empezó a estimularme manualmente». Según la señorita Lewinsky: «Yo quería que tocase mis genitales con los suyos», y lo hizo, ligeramente y sin penetración. Luego la señorita Lewinsky volvió practicarle el sexo oral, una vez más hasta que eyaculó.
Según la señorita Lewinsky, ella y el presidente mantuvieron ese día una larga conversación. Le dijo que sospechaba que una embajada extranjera (no especificó cuál) estaba pinchándole el teléfono, y propuso pretextos. Si alguna vez alguien le preguntaba, ella debía decir que no eran más que amigos. Si alguna vez alguien le preguntaba algo sobre las llamadas eróticas, tenía que decir que sabían que estaban escuchando las llamadas y que las conversaciones eróticas no eran más que teatro.
En su testimonio ante el jurado de acusación, el presidente negó implícitamente este encuentro. Reconoció «contacto íntimo inapropiado» con la señorita Lewinsky «en algunas ocasiones a principios de 1996 y una vez a principios de 1997». El presidente señaló que «la ocasión de 1997» fue la del discurso por radio (…)
VII. Mayo de 1997: fin de la relación sexual
En mayo de 1997, ante los indicios de que la señorita Lewinsky había sido indiscreta, el presidente Clinton dio por concluida la relación sexual (…)
VIII. Junio-octubre 1997: nuevas reuniones
y llamadas
La señorita Lewinsky intentó volver a formar parte del personal de la Casa Blanca y revivir su relación de índole sexual con el presidente, pero no tuvo éxito en ninguna de las dos cosas (…)
B. Carta del 3 de julio de 1997
«Muy frustrada» por su incapacidad para ponerse en contacto con el presidente y discutir su situación laboral, la señorita Lewinsky le escribió una carta quejándose el 3 de julio de 1997. Encabezada con «Muy señor mío», la carta echaba en cara al presidente que había incumplido su promesa de conseguirle otro trabajo en la Casa Blanca. La señorita Lewinsky amenazó indirectamente con revelar su relación. Escribió que si no iba a volver a trabajar a la Casa Blanca, «tendría que explicar a mis padres exactamente por qué». Era necesaria una explicación, porque había dicho a sus padres que volvería después de las elecciones (…)
Aunque no se le preguntó sobre esta carta en concreto, el presidente declaró que creía que la señorita Lewinsky podría revelar su relación íntima una vez que él le hubiese puesto fin. Declaró:
«Después de terminar mis contactos inapropiados con ella, quería venir más a menudo que antes. A veces se enfadaba cuando no podía entrar. Sabía que eso podía hacer más probable que hablara, y aun así lo hice porque tenía que limitar el contacto (…)»
C. Reunión del 4 de julio
El viernes 4 de julio de 1997, la señorita Lewinsky tuvo lo que ella calificó de visita «muy emotiva» al presidente (…)
Según recuerda la señorita Lewinsky, su reunión comenzó de forma beligerante, y el presidente la regañó diciéndole: «Es ilegal amenazar al presidente de Estados Unidos». Entonces le dijo que no había leído la carta del 3 de julio más allá del «Muy señor mío»; dedujo que era amenazadora porque la señorita Currie parecía molesta cuando se la trajo. (La señorita Lewinsky sospechó que en realidad la había leído entera). La señorita Lewinsky se quejó de que no le hubiera conseguido un trabajo en la Casa Blanca después de tan larga espera. Contó que, aunque el presidente dijo que quería ser su amigo, no actuaba como tal. La señorita Lewinsky se echó a llorar y el presidente la abrazó. Mientras estaban abrazados, ella vio a un jardinero por la ventana del estudio, y se fueron al vestíbulo al lado del cuarto de baño.
Allí el presidente fue «más afectuoso que nunca conmigo», declaró la señorita Lewinsky. Le acarició el brazo, jugueteó con su pelo, la besó en el cuello y alabó su inteligencia y su belleza (…)
La señorita Lewinsky declaró que «Ese día salí algo aturdida emocionalmente», porque «Supe que estaba enamorado de mí».
Según la señorita Lewinsky, justo antes de marcharse le dijo al presidente «que quería hablar con él sobre un asunto serio y que, aunque quisiera ser yo la que hablase con él de esto, pensaba que era importante que estuviese al corriente». Le informó de que Newsweek estaba trabajando en un artículo sobre Kathleen Willey, una antigua voluntaria de la Casa Blanca, que afirmaba que el presidente la había acosado sexualmente durante un encuentro privado en el Despacho Oval el 23 de noviembre de 1993.
El presidente le dijo que la acusación de acoso era absurda, porque él nunca se acercaría a una mujer de pechos pequeños, como la señorita Willey. Añadió que, la semana anterior, la señorita Willey había llamado a Nancy Hernreich para advertirle que un periodista estaba investigando una historia acerca de la señorita Willey y el presidente; la señorita Willey se preguntaba cómo podría salir del lío.
F. Reunión del 24 de julio
El jueves, 24 de julio de 1997, el día después de su 24 cumpleaños (…), según la señorita Lewinsky, fue a la Casa Blanca a recoger una fotografía de la señorita Currie, que le dijo que era posible que el presidente tuviera tiempo para una reunión corta. La señorita Currie dejó a la señorita Lewinsky en la Sala del Gabinete mientras el presidente concluía otra reunión y después la condujo hasta él. Charlaron entre cinco y diez minutos y el presidente dio a la señorita Lewinsky, como regalo de cumpleaños, un alfiler antiguo.
G. Artículo de ‘Newsweek’ y sus repercusiones
Newsweek publicó la historia de Kathleen Willey en su edición del 11 de agosto de 1997 (que apareció una semana antes de la fecha de portada). El artículo citaba a la señorita Tripp diciendo que la señorita Willey, después de abandonar el Despacho Oval el día de las supuestas insinuaciones, parecía «despeinada», «arrebolada, contenta y alegre». El artículo también citaba a Robert Bennett diciendo que «no había que creer a la señorita Tripp».
Después de que apareciera el artículo, la señorita Tripp escribió una carta a Newsweek acusando a la revista de que las citas no eran exactas, pero la revista no la publicó. La señorita Lewinsky habló posteriormente al presidente de la carta de la señorita Tripp. (…)
H. Reunión del 16 de agosto
El sábado, 16 de agosto de 1997, la señorita Lewinsky intentó sin éxito reanudar su relación sexual con el presidente. (…)
La señorita Lewinsky declaró que llevó regalos de cumpleaños para el presidente (su cumpleaños es el 19 de agosto) (…)
La señorita Lewinsky le tocó los genitales al presidente a través de los pantalones y se dispuso a practicarle sexo oral, pero el presidente la rechazó. Según recuerda: «Dijo, estoy intentando no hacer esto y estoy intentando ser bueno… Se puso visiblemente triste. Así que… le abracé y le dije que lo sentía y que no estuviera triste». Más tarde, en el borrador de una nota a «Guapo», la señorita Lewinsky se refería a esta visita: «Fue horrible cuando te vi en agosto por tu cumpleaños. Estuviste tan distante que te eché de menos mientras te estrechaba en mis brazos» (…)
L. Noticias del fracaso en la búsqueda de trabajo
El 6 de octubre de 1997, según la señorita Lewinsky, le dijeron que nunca volvería a trabajar en la Casa Blanca. La señorita Tripp le comunicó la noticia, que según le indicó procedía de un amigo que formaba parte del personal de la Casa Blanca (…)
En una conversación grabada más tarde el 6 de octubre, la señorita Lewinsky dijo que quería dos cosas del presidente. La primera era contrición: tenía que «reconocer… que había contribuido a joder mi vida». La segunda era un trabajo, uno que pudiera obtener sin demasiado esfuerzo: «No quiero tener que trabajar para este puesto… Quiero sencillamente que me lo den». La señorita Lewinsky decidió escribir una nota al presidente proponiendo que los dos «se reunieran y buscaran alguna forma para que yo pudiera salir de esta situación sin sentirme como me siento». Después de redactar la carta, dijo: «Quiero que se sienta un poco culpable, y espero que esta carta lo haya conseguido».
En esta carta, enviada a través de un mensajero el 7 de octubre, la señorita Lewinsky dijo que entendía que no le fueran a dar nunca un trabajo en la Casa Blanca, y pidió que se reunieran pronto para hablar de su situación laboral. Prosiguió haciendo una petición concreta: «Me gustaría que me ayudaras a obtener un trabajo en Nueva York a partir del 1 de diciembre. Te estaría muy agradecida y espero que ésta sea una solución para los dos. Quiero que sepas que siempre ha sido, y sigue siendo, más importante tenerte en mi vida que regresar. Por favor, no me decepciones».
IX. Octubre-noviembre 1997:
1. Oferta laboral en
Naciones Unidas
Después de enterarse de que no podría volver a la Casa Blanca, la señorita Lewinsky solicitó la ayuda del presidente para encontrar un trabajo en Nueva York. El presidente le ofreció colocarla en Naciones Unidas. A pesar del entusiasmo inicial, a la señorita Lewinsky dejó de atraerle la idea de trabajar en Naciones Unidas, y pidió al presidente que le consiguiera un trabajo en el sector privado.
C. 6 de diciembre. Incidente en la Puerta Noroeste
1. Visita inicial y rechazo
La mañana del sábado 6 de diciembre, la señorita Lewinsky fue a la Casa Blanca a entregarle la carta y los regalos al presidente. Los regalos incluían una boquilla antigua de plata pura para puros, una corbata, una taza, una caja de «Besos y Abrazos» y un libro antiguo sobre Teodoro Roosevelt. La señorita Lewinsky tenía pensado dejarle el paquete a la señorita Currie, que le había dicho a la señorita Lewinsky que el presidente estaría ocupado con sus abogados y no podría verla (…)
Mientras la señorita Lewinsky esperaba, un oficial mencionó que Eleanor Mondale estaba en la Casa Blanca. La señorita Lewinsky supuso correctamente que el presidente se hallaba reunido con la señorita Mondale, y no con sus abogados, y se puso «lívida». Salió hecha una furia y llamó por teléfono a la señorita Currie desde una cabina para regañarla, después de lo cual volvió a su apartamento del Watergate.
Con manos temblorosas y a punto de llorar, la señorita Currie informó a varios oficiales del Servicio Secreto de que el presidente estaba «furioso», porque alguien le había dicho a la señorita Lewinsky con quien estaba reunido. La señorita Currie le dijo al sargento Keith Williams, un oficial de paisano del Servicio Secreto con cargo de supervisor, que si no «descubría qué estaba pasando, alguien sería despedido». También le dijo al capitán Geoffrey Purdie, el comandante de vigilancia del Servicio Secreto para la división de paisano por aquella época, que el presidente estaba «tan disgustado que quería que alguien fuera despedido por lo ocurrido».
2. La señorita Lewinsky vuelve a la Casa Blanca
La señorita Lewinsky contactó por teléfono con el presidente desde su apartamento. Según la señorita Lewinsky, el presidente estaba enfadado por «el escándalo que había montado» y dijo que «no era asunto mío… lo que él hacía». A continuación, y para sorpresa de la señorita Lewinsky, el presidente la invitó a visitarle. Ella testificó que «ninguna de las otras veces en que habían discutido seriamente por teléfono, la situación había acabado con una visita ese mismo día» (…)
Durante su encuentro, la señorita Lewinsky le dijo al presidente que el señor Jordan no la había ayudado en absoluto a encontrar trabajo. El presidente contestó, «Bueno, hablaré con él. Me ocuparé de ello».
La señorita Lewinsky testificó que, en conjunto, tuvo una visita «muy agradable» y «cariñosa» con el presidente. En un mensaje de correo electrónico que le envió unos días más tardes a un amigo, escribió que «aunque la situación con el desgraciado ha sido de locura… la visita que le hice el sábado fue maravillosa. Cuando no se parapeta tras un muro, siempre resulta encantador» (…)
F. Una llamada de teléfono de madrugada
El 15 de diciembre de 1997, los abogados de Paula Jones le remitieron al presidente Clinton la segunda serie de documentos solicitados por correo urgente. En esta solicitud se pedía al presidente que «presentara documentos relacionados con las comunicaciones entre el presidente y Mónica Lewinsky». Esa fue la primera ocasión en que en la demanda de averiguación de Paula Jones se hizo referencia a Mónica Lewinsky por su nombre.
La señorita Lewinsky testificó que en la madrugada del 17 de diciembre, aproximadamente a las 02.00 o las 02.30 horas, recibió una llamada del presidente (…)
El presidente le dio a la señorita Lewinsky dos noticias: el hermano de la señorita Currie había muerto en un accidente de coche y el nombre de la señorita Lewinsky había aparecido en la lista de testigos del caso Jones. Según la señorita Lewinsky, el presidente dijo que «se le había partido el corazón» al ver su nombre en la lista de testigos. El presidente le dijo que eso no significaba necesariamente que la llamaran a comparecer, y en caso de que lo hicieran, le «sugirió que firmara una declaración jurada para tratar de satisfacer la petición [de la señorita Jones] y no ser llamada a declarar».
El presidente le dijo a Lewinsky que se pusiera en contacto con la señorita Currie caso de que la citaran para una comparecencia. También repasó una de las historias que tenían preparada como tapadera. Le dijo a Lewinsky que «debería decir que había ido de visita [a la Casa Blanca] para ver a la señorita Currie, y que de vez en cuando, cuando estaba trabajando [en la Casa Blanca], le había llevado unas cartas cuando no había nadie por allí». El consejo del presidente le «resultó… inmediatamente familiar a [la señorita Lewinsky]». Testificó que la utilización por el presidente de la historia «engañosa» venía a ser la continuación de su pauta habitual hasta entonces (…)
En su aparición ante el jurado, el presidente fue interrogado acerca de la llamada de teléfono del dia 17. Testificó que, aunque no lo descartaba, no recordaba haber hecho esa llamada. Se le preguntó también si en esa conversación, o en otra conversación antes de que saliera a relucir el nombre de la señorita Lewinsky en el caso Jones, le había dado instrucciones a Lewinsky para que dijera que había ido a llevarle unas cartas. El presidente contestó: «Puede que lo dijera». Pero cuando se le preguntó si había dicho algo referente a esto después de que Lewinsky hubiese sido identificada en la lista de testigos, el presidente respondió: «No recuerdo si hice algo así». Conjeturó con la posibilidad de haber sugerido esa explicación en relación con la llamada de un periodista. No obstante, dentro del caso Jones, testificó: «Nunca le pedí que mintiera» (…)
XII. 19 de diciembre de 1997 – 4 de enero de 1998
1. La comparecencia
La señorita Lewinsky recibió una citación para comparecer el viernes 19 de diciembre. Llamó inmediatamente al señor Jordan, quien le invitó a su despacho. El señor Jordan habló con el presidente esa misma tarde, y otra vez por la noche. Le dijo al presidente que se había reunido con la señorita Lewinsky, que la habían llamado a comparecer, y que pensaba buscarle un abogado. El domingo 28 de diciembre, el presidente quedó con la señorita Lewinsky, quien expresó su preocupación por la referencia en la citación a los regalos que él le había hecho. Ese mismo día, más tarde, la señorita Currie fue en coche al apartamento de la señorita Lewinsky y recogió una caja que contenía algunos de los regalos solicitados en la citación. La señorita Currie se llevó la caja a casa y la escondió debajo de la cama (…)
E. 28 de diciembre: última reunión con el presidente
Un día o dos después de Navidad, la señorita Lewinsky llamó a la señorita Currie y le dijo que el presidente había mencionado que tenía unos regalos para ella. La señorita Currie le devolvió la llamada y le dijo que fuera a la Casa Blanca a las 08.30 horas del domingo 28 de diciembre.
Esa mañana, Lewinsky se reunió con el presidente en el Despacho Oval (…). Lewinsky declaró que el presidente y ella se dieron un beso «apasionado» y «físicamente íntimo». Lewinsky y el presidente hablaron también sobre el caso Jones. Según la declaración de Lewinsky, ella le preguntó al presidente «cómo creía él que [ella] había sido puesta en la lista de testigos». Él especuló con la posibilidad de que Linda Tripp o uno de los oficiales de paisano del Servicio Secreto hubiese hablado de ella a los abogados de Jones. Cuando la señorita Lewinsky mencionó su preocupación acerca de la referencia en la citación a un alfiler para sombreros, él dijo «que eso también le preocupaba». Le preguntó si le había hablado a alguien de ese alfiler, y ella le aseguró que no.
En determinado momento de la conversación, la señorita Lewinsky le dijo al presidente, «Quizá debería sacar los regalos de mi casa o dárselos a alguien, como Betty». La señorita Lewinsky recuerda que el presidente dijo «No lo sé» o «Déjame que lo piense» (…)
Cuando en su declaración en el caso Jones, se le preguntó al presidente acerca de su última reunión con la señorita Lewinsky, el presidente sólo recordó que se pasó por allí «probablemente un poco antes de Navidad» y que «asomó la cabeza fuera [del despacho] para saludarla». La declaración tuvo lugar tres semanas después de dicha reunión con la señorita Lewinsky el 28 de diciembre.
Ante el jurado de acusación, el presidente reconoció «haber hablado con la señorita Lewinsky sobre su testimonio, o sobre la perspectiva de que quizá tendría que testificar. Y sí, ella me habló sobre eso». Sin embargo, el presidente mantuvo que no habían hablado acerca de la comparecencia de la señorita Lewinsky: «Ella estaba preocupada, ella —bueno, ella, nosotros— ella no habló, no hablamos de la citación. Pero estaba preocupada». Según recuerda el presidente, la señorita Lewinsky dijo no saber nada acerca del acoso sexual, y entonces, ¿por qué tenía que testificar? Según el presidente, «le expliqué que era un proceso político. Querían obtener cualquier cosa bajo juramento que pudiera perjudicarme» (…)
E. 28 de Diciembre: ocultación de regalos
La tarde del 28 de diciembre, unas cuantas horas después de la visita de la señorita Lewinsky a la Casa Blanca, la señorita Currie fue en coche al apartamento en el Watergate de la señorita Lewinsky, y recogió una caja que contenía los regalos del presidente. Luego la señorita Currie se llevó la caja a casa y la escondió debajo de la cama (…)
E. 4 de enero: el regalo final
El domingo 4 de enero de 1998, la señorita Lewinsky llamó a casa de la señorita Currie y le dijo que quería darle un regalo para el presidente. La señorita Currie invitó a la señorita Lewinsky a su casa, y la señorita Lewinsky le dio el paquete. El paquete contenía un libro titulado El presidente de Estados Unidos y una nota de amor inspirada en la película Titanic.
XIII. 5 de enero-16 de enero de 1998
1. La declaración jurada
El 5 de enero de 1998, el abogado de la señorita Lewinsky, Francis Carter, redactó un borrador de la declaración jurada para la señorita Lewinsky en un intento por evitar su comparecencia. Esa noche habló con el presidente. El 6 de enero, la señorita Lewinsky habló con el señor Jordan acerca de la declaración jurada, en la que se negaba cualquier relación sexual entre ella y el presidente. El 7 de enero, la señorita Lewinsky firmó la declaración. El 8 de enero, tuvo una entrevista de trabajo en la ciudad de Nueva York. Como la entrevista no fue muy bien, el señor Jordan llamó al presidente de la compañía de parte de la señorita Lewinsky, y se le dio una segunda oportunidad. A la semana siguiente, cuando la señorita Lewinsky le dijo a la señora Currie que necesitaría referencias de la Casa Blanca, el presidente le pidió al jefe del Estado mayor, Erskine Bowles, que se las preparara (…)
B. 5 de enero: Llamada del presidente
Tras su reunión con el señor Carter, la señorita Lewinsky envió una nota a través de la señorita Currie diciendo que necesitaba hablar con el presidente sobre una cuestión importante. Más concretamente, la señorita Lewinsky le dijo a la señorita Currie que estaba agobiada con algo que tenía que firmar.
Unas horas más tarde, según la señorita Lewinsky, el presidente le devolvió la llamada. Mencionó una declaración jurada que iba a firmar y le preguntó si quería verla. Según la señorita Lewinsky, el presidente contestó que no, ya que había visto unas 15 más. La señorita Lewinsky testificó que le dijo al presidente que estaba preocupada por unas posibles preguntas acerca de su traslado de la Casa Blanca al Pentágono. Le preocupaba que «gente a quien [ella] no le caía bien en la Casa Blanca» pudieran contradecirla y «meterla en un lío». Según la señorita Lewinsky, el presidente le aconsejó lo siguiente: «Siempre puedese decir que los de Asuntos Legales te consiguieron [el trabajo en el Pentágono] o te ayudaron a obtenerlo».
El presidente reconoció ante el jurado de acusación que sabía que la señorita Lewinsky había firmado una declaración jurada a principios de enero, pero no recordaba específicamente haber tenido ninguna conversación con ella en ese período de tiempo (…)
Según la señorita Lewinsky, ella y el presidente hicieron un breve comentario sobre el libro que le había dejado a través de la señorita Currie el día antes. Junto con el libro, adjuntó una nota diciéndole al presidente que quería hacer el amor con él aunque sólo fuera una vez. En su conversación telefónica, la señorita Lewinsky le dijo al presidente «No tenía que haber escrito algunas de las cosas que puse en la nota». Testificó que el presidente estuvo de acuerdo con ella (…)
El presidente se acordaba del libro antiguo que la señorita Lewinsky le había regalado, pero dijo no recordar que hubiese una nota romántica adjunta al libro.